Va hacia su finitud esa costumbre
tuya de perseguir lo que se aleja,
empieza a ser distancia,
se hace oscuro negado por la luz,
lo bello que en la noche
escapa con el sueño por no ver
lo que se va borrando de lo escrito.

Pero se queda en ti
un fervor que no duerme, que no quiere
dormir con lo que deja
el tiempo de no ser en las palabras
sin voz que las sostenga, mientras miras
tu vida irse también
donde habitan los ojos, ya vaciándose,
y va a morir el agua.